03 diciembre 2007

De la preparación “previa” a la realidad.

Por Aquiles

Hace casi un año, escribí unas líneas para este blog manifestando y hasta quizá anhelando obtener respuesta a las ansiedades e inquietudes que generó el esperado anuncio: “vas a ser papá”.
Pasó casi un año ya. Y, en honor a la verdad, hay que decir que es real aquello que alguien dijo: “viví la mitad de mi vida preocupado por cosas que nunca ocurrieron”.
La vida familiar, es cierto, cambió. Decir, livianamente, que el milagro de la vida es la razón de ser de todos y cada uno de los especulativos movimientos que hace un padre es tan certero como falso.
Efectivamente que es un verdadero milagro, que colma todas las expectativas, que uno va proyectando sus ideales en ese nuevo integrante de la familia, en fin que es el motor y razón de un proyecto.
Ahora bien, sin demérito de todo eso, hay situaciones y realidades que en el retrospectivo imaginario se transforman en sencillas y angustiantes especulaciones.
Hay quien dice que es sencillo acertar el pronóstico del fin de semana con el diario del lunes en la mano. Ésa no es la idea.
El movimiento se demuestra andando, más no especulando.
Aquel angustioso mundo imaginado por un padre en ciernes, se transformó en una realidad temprana de deleites y sensaciones.
No se escapará que, también, hay un sinnúmero de situaciones cotidianas que cambian y que, nosotros, los padres, no sabemos instintivamente resolver como la madre. A la inversa, hay otras tantas en que, de manera complementaria, cual el ying y el yang, con una hidalguía propia de los antiguos caballeros del Rey, resolvemos con simpleza.
Ahí está la clave.
Lo que para una madre es un problema insoluble, seguramente para un padre se resuelve con un “eructito” o un biberón con agua. Y, en simetría, lo que para nosotros resulta ser el anunciado ingreso del “cuarto jinete del Apocalipsis”, en realidad, para la madre se resolverá desabrigando un poco al bebé.
Todo esto tiene, si se quiere incluso, una raíz teológica y más allá de profesar o no algún credo o religión: “Parirás con dolor” es el mandato de la madre y “Ganarás el pan con el sudor de tu frente” es lo que nos ha tocado como principio general.
Resulta fabuloso ver –y verse incluso uno mismo- en situaciones “extremas” en que ambos –padre y madre- duplicamos tareas, subimos la voz y ninguna solución aportamos. Son pocas, es verdad, pero parecen el pasaje de la película “y dónde está el piloto” cuando aún a punto de estrellarse se mantenía la tensa calma que desbordó en un verdadero caos sólo frente al anuncio de “se acabó el café!”.
Como síntesis y mensaje: El equilibrio de la familia –cuando viene el regalo de Dios de un hijo- se puede mantener sí y solo sí la madre ocupa su lugar de madre y nosotros el de padre.
Fatal será entonces el pronóstico cuando una madre pretende que un padre, sea madre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen blog! te felicito, es muy interesante leer tu experiencias, también alentador.. la verdad de la paternidad se habla poco, y es un proceso complejo. Daniel.