Mi mujer me acaba de enviar un artículo de Laura Gutman acerca de los celos entre hermanos.
Sabe por experiencia propia, y por la mía, que las relaciones entre hermanos no son fáciles de manejar cuando no han sido cuidadas de muy chicos. Yo suelo decirle que creo que las cosas comienzan mal cuando los hermanos son obligados a pelearse por las migajas del poco afecto paterno o cuando directamente son los peones de una competencia entre padres, los que conciente o inconcientemente eligen y relegan.
No soy sicólogo y obviamente no tengo más herramientas que mi vida y la de aquellos que me rodean para aprender, por eso considero muy oportuno dar una lectura a este artículo que aborda profesional y abarcativamente todo el tema.
No lo voy a reproducir en forma completa por su extensión (el artículo completo puede leerse presionando aquí), pero sí quiero extraer algunos conceptos que me parecen centrales.
"Una vez que nace el hermano menor, acomodamos el pensamiento generalizado de que ahora dejará de ser el rey o la reina de la casa. El tema es que los niños no son ni reyes ni príncipes, no tienen vida de soberanos, sino que por el contrario tienen vidas bastante difíciles, enredados en sus propios mundos emocionales muy lejos del mundo de los demás. Raramente pueden contar con los adultos, no saben explicar lo que les está sucediendo y son generalmente juzgados por sus llantos, tristezas o angustias, recibiendo a cambio incomprensión. Hay pocos niños verdadereamente colmados viviendo dentro de familias armoniosas, en las que circula el amor y el diálogo en abundante gratitud. "
"Nuestros hijos aprenderán a amar a sus hermanos si los incluimos en el mismo circuito de amor y dicha. Si demostramos la felicidad por la nueva presencia, si participamos todos en los cuidados del más pequeño, si respondemos a las demandas y necesidades específicas de los niños mayores y, muy especialmente, si esos niños mayores están acostumbarados a ser mirados y escuchados genuinamente por sus padres, no pueden existir los celos. Porque en esos casos no hay nada que el bebé pueda quitar al mayor. Cuando circula la generosidad y la comprensión entre unos y otros, cuando las palabras suavizan y explican los sentimientos confusos, cuando hay respeto por las necesidades de cada uno; un nuevo miembro de la familia sólo puede enriquecer las vivencias y las experiencias cotidianas de todos nosotros, incluidos los niños."
"Cuando cada niño encuentre palabras para nombrar lo que desea, cuando cada niño sepa que cuenta con su madre, su padre u otro adulto que lo escucha y lo comprende, cuando cada niño obtenga un lugar donde desplegar sus inquietudes, no habrá motivos para estrar celoso, por más bebés que sigan naciendo en esa familia. Los bebés que nacen no despiertan celos en los hermanos mayores. Sólo muestran necesidades emocionales que ya existían antes de su nacimiento. "
"Los celos entre hermanos son un invento de los adultos. Y sólo aparaecen cuando nosotros no somos capaces de satisfacer las necesidades genuinas de cada niño. No es verdad que un niño desee estar en el lugar del otro. En absoluto. Cada uno desea ser uno mismo, siempre y cuando reciba la atención y la satisfacción de sus necesidades emocionales mínimas."
Bueno, finalmente hay bastante más que aquello de 'pelearse por las migajas de afecto de los padres', pero tan equivocado no estaba al sentir eso.
3 comentarios:
Gracias por recordármelo... es muy bueno este artículo y me vino bien la refrescada!!!!
LG siempre dice que la fraternidad la generan los padres, más precisamente la madre, cuando los hijos somos muy pequeños...
No sé si sabías que en la nueva página de LG hay varios artículos nuevos que te podés bajar (http://www.lauragutman.com.ar/).
Cariños!
Gracias Turca por el dato!
Muy bueno, realmente. Totalmente de acuerdo con el último párrafo!
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