27 diciembre 2010

Sin anestesia

Noche, no muy tarde, después de la cena.
Mi hija Paloma (6) se queda mirando unas fotos que están sobre la repisa del living.
Son de cuando su madre y yo nos conocimos.
Nos vemos jóvenes y felices, como suele suceder en esas fotos.
De pronto me mira y, sin anestesia, me dice:
- Pá, extraño tu cara con sonrisa de cuando yo era bebé.
- Y ahora que cara tengo Paloma?
- Cara de ogro en la mañana que no tiene el desayuno servido.
Implacable.
Mi hija.

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