Tengo casi 52 años y cuatro hijos
Tengo el privilegio de ser el padre de cuatro personas con cualidades humanas que los distinguen del resto
Desde el mayor, que acaba de cumplir 21, hasta la menor a la cual acabamos de festejarle su segundo cumpleaños, pasando por el de 17 y la de 7, todos y cada uno de ellos han recibido siempre elogios de quienes los han conocido y tratado.
Son especiales y me han hecho sentir especial. Cada uno de ellos tiene un crédito conmigo, porque me han dado más que lo que yo pude darles con mis limitaciones de padre vocacional.
Si un hijo demuestra la intenció y necesidad de trascender de un ser humano, yo me siento cumplido con creces.
Hace dos meses tuve un infarto agudo de miocardio.
Son esos momentos en que la vida parece terminar, pero no.
Y entonces un tiene la enorme fortuna de poder mirar para atrás y tratar de comprender los errores cometidos. Porque es de locos, decía Einstein, pretender resultados distintos obrando siempre igual.
Y si dos meses después de ese momento puedo estar jugando con mis dos hijas menores y sentir en todo mi interior sus risas como la mejor medicina, entonces tengo el imperativo de cambiar, de buscar una nueva forma de vida, una que me asegure otros 50 años más, para verlos crecer, a los cuatro, realizarse, ser felices, para estar cerca cuando me necesiten o espiando desde aquí sus felicidades cuando no me llamen.
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