Mi hija de 3 años es, no podía ser de otra manera, una personita atenta y conectada con todo lo que la rodea. El mundo que ella vive, muy distinto en muchos sentidos al nuestro cuando nacimos, la bombardea a cada instante con numeros estímulos visuales y auditivos.
La gente que hace publicidad de esto sabe mucho. Sabe que los padres de hoy no van a tener los mismos problemas en que sus hijos miren los Backyardigans o Lazy Town que los que tenían cuando miraban los Power Rangers o alguna caricatura de similar nivel de violencia.
Mi hija de 3 años es, en suma, una voraz consumidora en grado de tentativa de todo cuanto a Barbie, Princesas o similares se le aparezca, cuando está despierta y cuando sueña.
Yo, que he sido padre de dos varones y se de la facilidad en que estas cosas se resuelven con una pelota o una cometa, me veo a veces desbordado por este mundo femenino en el cual se las educa desde muy chiquitas en el consumo de cosas lindas, caras y poco prácticas.
Para las mujeres que leen este blog, mi visión masculina es que desde chiquitas les enseñan el placer por mirar vidrieras e ir de compras.
El problema comienza cuando un placard de Barbie cuesta si fuera de ébano y diseñado a medida. Por suerte, existen alternativas más económicas que exigen un poco más de inventiva y ganas de ensuciarse las manos.
Así que en eso estuve el fin de semana, lijando y pintando la camita para la princesa y el placard para los vestidos de la Barbie, hechos en Fibro Fácil y comprados por pocos pesos en Internet. (No pongo fotos del producto terminado porque las comparaciones son odiosas y la sonrisa de mi hija fue lo suficientemente gratificante como para obviar los detalles).
A qué viene todo esto? A que mientras lijaba en el balcón, con un poco de frío y bastante sol, recordé una vieja canción de los años 70 interpretada por Mercedes Sosa, sobre un poema de José Pedroni con música de Damián Sanchez y quiero compartirla con ustedes, porque también tiene que ver son ser padre hoy (y siempre).
CUNA
Haz con tus propias manos la cuna de tu hijo.
Que tu mujer te vea cortar el paraíso.
Para colgar del techo, como en los tiempos idos
que volverán un día. Hazla como te digo.
Trabajarás de noche. Que se oiga tu martillo.
"Está haciendo la cuna" que diga tu vecino.
Alguna vez la sangre te manchará el anillo.
Que tu mujer lo enjugue. Que manche su vestido.
Las noches serán blancas, de columpiado pino.
Harás según el árbol la cuna de tu niño.
Para que tenga el sueño en su oquedad de nido.
Para que tenga el ángel en un oculto grillo.
La obra será tuya.Verás que no es lo mismo.
Será como tus brazos la cuna de tu hijo.
Se mecerá con aire. Te acordarás del pino.
Dirás: "Duerme en mi cuna". Verás que no es lo mismo.
3 comentarios:
¡Que envidia! Yo soy lo que se dice 'negado' en lo que se refiere a carpintería, reparaciones y demás manualidades. Creo que lo último que fabriqué fue un cenicero de barro para mi padre cuando estaba en el parbulario. Curioso, porque mi padre nunca ha fumado.
Dentro de poco me veré en tu situación y... o aprendo (que lo puedo intentar pero lo veo difícil) o pagaré la resina a precio de ébano.
Por cierto, haces bien no publicar las fotos terminadas. Tampoco es cuestión de humillar a los fabricantes de juguetes. Seguro que el tuyo es infinitamente mejor. Tiene menos plástico y más cariño.
Un saludo,
Jesús
jajaja, Jesús, gracias por tus palabras pero créeme que el producto terminado sólo aprueba el control de mi hija precisamente porque es mi hija.
Así que no te preocupes, entre que para ellos eres un héroe absoluto y las casas de manualidades venden tinturas sumamente prácticas, el asunto tiene bastante más de magia que de conocimiento.
Vi en tu blog que la pancita crece bien: felicitaciones!!!
(Pd: con lo que cuesta un carrito de bebé en España creo que puedes venirte de visita a Buenos Aires, comprarlo aquí, volver a España y aún te sobra dinero!)
Qué bueno! Gracias por el poema, está bellísimo!
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